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Abel también trajo una ofrenda de los primogénitos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y el SEÑOR miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda. Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante. Entonces el SEÑOR dijo a Caín:

—¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante?

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